Octubre 2019

 

La violencia en nuestro país ha ido aumentando en forma exponencial en el último tiempo. Si se han hecho intentos para revertir esta situación, éstos no han dado resultados.

 

Las bajas penas, la liberación y precoz de los delincuentes han influido negativamente para lograr solucionar, o al menos mitigar, este flagelo.

Chile, desafortunadamente, tiene una estructura social muy estratificada, con profundas diferencia sociales entre los más ricos y los más pobres. El poder económico se concentra en manos de unos pocos, la falta de oportunidades hace sentir, a los más desprotegidos, que es un camino más fácil de delincuencia que la educación o un trabajo honesto, para obtener una movilidad social importante.

Por otro lado, está demostrado que no basta endurecer las penas, ya que esto sólo lleve a cárceles atochadas y sobrepobladas, sin programas educacionales de rehabilitación, sólo empeoran el problema y hacen que la reclusión carcelaria, sea una verdadera escuela del delito.

Lo que nuestro país necesita es mejorar la educación. No sólo un plan de visión a corto plazo, sino que una mirada a futuro que nos permita planificar para los próximos veinte años.

Para lograr este objetivo se necesita la flexibilidad de los distintos actores políticos para llegar a acuerdos que pueden ser mantenidos en el tiempo y que no cambiados prontamente ante cualquier cambio político.

Esperamos que, finalmente, se logre tener un buen plan de educación que sea gratuito, a lo menos para los más pobres, y que les permita llegar a la educación superior, a aquellos que así lo merecen, con carreras técnicas y/o universitarias que respondan a las necesidades reales del país y que no sean sólo del interés de los administradores educacionales que, muchas veces privilegian aquellas carreras de bajo costo, que posibiliten el lucro para aquellas instituciones que las imparten, sin que realmente están satisfaciendo las necesidades del país.

Prof. Dr. Mario Uribe