Enero 2020

 

Acaba de suceder un hecho muy lamentable. En estos días se rendía la Prueba de Selección Universitaria (PSU), mecanismo único de selección para la educación superior, el que ha estado vigente por más de diez años en nuestro país.

 

Acaba de suceder un hecho muy lamentable.  En estos días se rendía la Prueba de Selección Universitaria (PSU), mecanismo único de selección para la educación superior, el que ha estado vigente por más de diez años en nuestro país.  Habían aproximadamente trescientos mil inscritos para este fin. 

Desde noviembre del año pasado en que era “vox populi” que distintos grupos sociales se estaban organizando para realizar un boicot a este proceso. ¿La razón?, lo consideran injusto y discriminatorio, que favorece a las clases socioeconómicas más altas y perjudica a los estudiantes con menos acceso a una educación de calidad.

Pese a que todo el mundo sabía que había este intento de impedir la realización de la PSU, el gobierno no hizo nada efectivo para impedirlo; no hubo protección de los lugares donde se daría la prueba, no hubo medidas especiales de protección de los contenidos, no hubo nada.

El resultado fue el esperado y lo que es peor, anunciado.  Efectivamente hubo un 14% de los alumnos que no pudieron rendir este importante examen pues los centros habilitados amanecieron “tomados”, sus aulas saqueadas y el mobiliario destruido.

La frustración de los estudiantes que no pudieron dar la prueba es enorme.  Un año de preparación, largas jornadas de estudios, pago de preuniversitarios, quedan atrás sin siquiera la oportunidad de saber si tanto esfuerzo rindió sus frutos.Además se produjo la filtración de los contenidos de la prueba de historia, geografía y ciencias sociales, por lo que debió ser anulada.

En mi opinión, la PSU no es un mal sistema de selección en sí.  El problema es que mide conocimiento y este conocimiento es absolutamente dispar entre los alumnos de los mejores colegios privados (que además no han tenido jornadas de paralización durante el año) y aquellos de colegios públicos, regionales o de zonas de bajos recursos.  Por lo tanto intenta medir un conocimiento que, en muchos casos, nunca fue entregado.

Esto es lamentable.  Es posible que la PSU no sea el mejor sistema de evaluación, pero no se saca nada con cambiarlo, si no hay una reingeniería total del sistema educativo de nuestro país.

Los locales que fueron “tomados” o saqueados están todos ubicados en zonas de residencia de clase media o baja, por lo que los alumnos de clases sociales superiores, ya privilegiados por su mejor educación, no fueron tocados por estas manifestaciones, perjudicándose una vez más a las clases más desprotegidas.

Frente a esta situación tan especial, que a todas luces necesita cambios importantes, el diálogo, el compartir y discutir ideas es el único mecanismo que puede llevar a mejoras estructurales que se mantengan en el tiempo.

El vandalismo no es el camino.

 

DR. MARIO URIBE MATURANA

EDITOR