Enero 2022

 

El programa de salud del Presidente electo de Chile incluye el llamado Plan Universal de Salud. Según sus partidarios, esta iniciativa contaría con más del 80% de apoyo de la población. Dicha idea ha rondado en el ambiente durante muchos años, pero nunca ha habido la voluntad política para llevarlo a cabo. Básicamente incluye un plan de cobertura universal para todos los ciudadanos y, sobre éste, las personas podrían contratar seguros adicionales para poder optar a atenciones especiales en clínicas privadas o en otros centros de su preferencia.

 

Se ha señalado que se perdería el derecho de la libre elección, pero ese derecho, la verdad es que sólo existe para un porcentaje muy reducido de la población.
En la actualidad el sistema público, de buena calidad cuando el paciente logra ser atendido, adolece del gran problema de la oportunidad de la atención, con largas listas de espera, incluso de años, que tiene asociada en los casos de ciertas patologías como el cáncer, un aumento de la mortalidad.

El sistema privado permite la libre elección pero con limitaciones, dentro de los beneficiarios, los de recursos más escasos sólo pueden acceder a algunas clínicas, de más bajo costo o a profesionales con planes restringidos. La tan nombrada “libre elección” es bastante limitada o sencillamente no existe.

Es de esperar que el sistema legislativo permita avanzar hacia un plan consensuado de salud, que entregue un sistema adecuado, oportuno y de calidad, garantizado por el Estado y que posibilite alianzas públicas – privadas que sean complementarias y que potencien ambos sectores, favoreciendo su potenciación.
La experiencia con la pandemia Covid permitió esa complementación. También ha habido otras experiencias como es el caso de los trasplantes de órganos donde ambos sitemas han podido convivir, favoreciendo a los pacientes.

Es de esperar que la llamada “clase política“ esté a la altura de estos desafíos.