Febrero 2023

 

Escribo desde Francia: Siempre he sentido admiración por algunas cosas de los países desarrollados. No es envidia. Es admiración. Al margen de su tecnología y de su poderío económico, lo que más llama la atención es el respeto de los ciudadanos con el prójimo, lo que quiere decir “próximo”.

 

El respeto por los demás  no quiere decir que alguien se deje pasar a llevar. Por el contrario, así como ellos respetan, también exigen ser respetados. Nadie intenta pasar a llevar a alguien en una fila de supermercado, del aeropuerto, o de cualquier lugar. Se respeta rigurosamente el orden. En la carretera, cuando hay un problema de tráfico, y éste no es expedito, a nadie se le ocurre adelantarse por la berma, echar el auto encima o tocar la bocina. Si alguien por alguna razón debe, o desea, cambiarse de pista, se le da la oportunidad, sin intentar chocarlo.

Desgraciadamente nos falta mucho. Demasiado quizás. Vivimos en una cultura individualista, donde no solo no se sanciona el atropello a los demás, sino que es enarbola como una forma de demostrar superioridad o “viveza”.

¡Qué pena nuestro país! Teniendo tantas otras cosas buenas.

Debemos trabajar duramente en aquello. Es por nuestras generaciones futuras. Debemos intentar cambiar nuestra concepción absolutamente individualista, por una solidaria y de respeto ciudadano.

Hay un solo camino:

Educar, educar, educar.