Julio 2010

 

En estos días parece difícil, incluso inadecuado, hablar de cualquier cosa que no sea del mundial de fútbol. En efecto, la cita cumbre de este deporte que se realiza en Sudáfrica concilia el más alto interés de todos los aficionados del planeta. <strong>Dr. Mario Uribe, Editor.</strong>

 

Las selecciones de todo el orbe se han preparado durante años para este importante evento, con distintos resultados. Para algunas la sola participación en el mundial puede ser considerado un éxito y el pasar a la siguiente ronda supera muchas de las expectativas. Para otros la eliminación en octavos de final ha sido un completo fracaso.

Lo anterior nos hace reflexionar sobre la parábola de los Talentos, que nos enseña cómo uno debe maximizar el rendimiento de acuerdo a sus potencialidades personales. En el campo de la medicina y especialmente de la cirugía; el estudio, la preparación y la actualización debe ser una constante que guíe a todas las generaciones de cirujanos. Independiente de nuestra edad, cargo o grado académico nuestro deber es siempre estar preparados lo mejor posible para satisfacer las necesidades de nuestros pacientes. Algunos trabajarán en hospitales de referencia y de alta complejidad. Otros lo harán en hospitales de regiones o incluso en alejados centros de atención de baja complejidad. El apoyo tecnológico es diferente en cada uno de estos escenarios y la exigencia en cuanto a rendimiento y resultados será disímil. Sin embargo, sin considerar el centro donde se trabaje, existe un común denominador que debe guiar toda nuestra actividad médica, tal es la excelencia del servicio que entregamos y una intachable relación médico-paciente.

Si volvemos a nuestra comparación con el fútbol debemos tener presente que los resultados que se nos exigirán estarán en relación a nuestras capacidades y la infraestructura que dispongamos en los centros de salud en que trabajamos.

Recientemente han ocurrido algunos hechos lamentables en que pacientes han fallecido en los servicios de urgencia de nuestro país, algunos de ellos al poco rato de haber sido dados de alta de los mismos. Muchos medios de comunicación han hecho una dura crítica a estos acontecimientos, sin que se tenga el resultado de las investigaciones correspondientes. Me parece peligrosa esta actitud simplista, que puede condenar en forma injusta a profesionales de la salud sin que se haya demostrado la eventual responsabilidad en los hechos imputados. Con esta línea d pensamiento tampoco se puede defender o justificar los acontecimientos. Se necesita una investigación objetiva y profunda para determinar eventuales responsabilidades. El fijar la atención en estos hechos puntuales, nos permitirá, a través de una mirada objetiva, poder investigar, si las autoridades así lo determinan, qué esta realmente ocurriendo con el sistema de salud chileno; ¿cuáles son los resultados en relación a la inversión?, ¿con qué infraestructura se cuenta?, ¿son los salarios del personal de salud acorde a los del mercado?, ¿cuál es el nivel de satisfacción del usuario?, etc.

Mientras se responden estas interrogantes los médicos podremos estar tranquilos esperando los resultados de la investigación sólo si nuestro desempeño profesional ha intachable desde el punto de vista técnico y ético.