Junio 2013

 

La mayoría de la gente asocia la carrera de medicina con un constante estudiar y actualización continua de conocimientos, lo que es cierto. Probablemente esto sea similar a muchas otras disciplinas.

 

El conocimiento crece día a día a pasos agigantados y estar al día se constituye en una necesidad para entregar una atención de calidad a nuestros pacientes, permitiendo responder a sus demanda en forma oportuna y segura. Ya no basta el conocimiento quirúrgico puro, basado en la excelencia de una técnica operatoria, si no que un cirujano debe saber medicina interna, cuidados intensivos, antibiótico terapia y, dependiendo de su área de especialización, oncología, inmunología, entre otras disciplinas.

¿Cómo mantenerse actualizado y vigente?. Por un lado está la preocupación personal del cirujano, quien de acuerdo a su preocupación y autocrítica opta por el camino de la educación médica continua, dedicando parte de su quehacer al estudio de las últimas publicaciones, asistencia a cursos y congresos y participación en seminarios y mesas de discusión.

Por otro lado están las instituciones que deben velar por la calidad de los médicos que trabajan en ellas, por un lado exigiendo un mínimo de educación médica continua y por otro facilitando tanto desde el punto de vista horario como económico, la especialización de sus cirujanos.

Finalmente el Estado debe, de una u otra forma, asegurarse que los médicos que trabajan en el país cumplan estándares adecuados para brindar a su población una atención de calidad eficaz, eficiente y oportuna, entregando una infraestructura y tecnología que permita dicha práctica en forma segura.

En el año 2015 será obligatorio para los médicos de nuestro país tener una certificación nacional de la especialidad. Existen múltiples mecanismos para ello pero resulta obvio que la participación en actividades académicas, docentes y de investigación, a través de programas de educación continua tendrán un rol protagónico.

¿Quién debe certificar a los cirujanos? Existe en nuestro país el llamado CONACEM (Comisión Nacional de Certificación de Especialidades Médica). Dicho organismo ha realizado esta labor durante muchos años pero se vislumbran grandes dificultades para que pueda realizar una re-certificación masiva en todas las especialidades de la medicina. Tengo el convencimiento que las Sociedades Científicas deben jugar un rol protagónico en la certificación de sus pares, ya que nadie mejor que ellas estarán en condiciones de evaluar la especialidad correspondiente.

Aunque el tiempo es breve, queda un lago camino por recorrer en post de lograr, de la certificación de especialistas una acción aceptada, instituida, legalizada y universalmente aceptada.

Por el momento esta lejana meta debe guiar nuestro desempeño profesional para que, independiente que sea una obligación legal, la educación médica continua, certificada por la Sociedades Científicas se vaya constituyendo en una realidad.


Prof. Dr. Mario Uribe
Editor