Marzo 2015

 

La corrupción es una amenaza para todas las sociedades. Los abusos de los grupos económicos y de poder también corroen los cimientos de las organizaciones sociales. Los miembros del poder legislativo, elegidos por voluntad popular, cuentan con la confianza de los electores para que defiendan sus derechos y los protejan de las condiciones abusivas.

 

Cuando todo esto fracasa, nos encontramos frente a una situación crítica, extremadamente peligrosa, que puede derivar en situaciones impredecibles.

La concentración del poder, el financiamiento de campañas políticas por grupos privados de intereses económicos, no parecer ser el mejor sistema para aumentar la confianza de la población.

Actualmente en Chile se está viviendo una situación sencillamente escandalosa en esta materia. Por un lado el hijo de la Presidente de la República aparece fuertemente cuestionado por un eventual uso de información privilegiada, que habría redundado en un importante enriquecimiento en un plazo muy breve, y por otro un grupo económico muy poderoso, es investigado por probables acciones de evasión de impuesto, lavado de activos, cohecho y estafas. Muchos de los principales ejecutivos se encuentran en prisión preventiva mientras se investigan los hechos.

Quizás lo único rescatable de esta situación es la condena unánime de la ciudadanía a ambas situaciones, sin importar su ideología política, lo que hace tener fe respecto a que nuestra sociedad no tolera fácilmente las acciones de corrupción.

El papel de algunos políticos ha sido muy defraudante, ya que han defendido, de acuerdo a sus intereses personales o de sus grupos, el accionar ilegal de algunos sujetos.

Personeros de uno de los grupos económicos cuestionados, devolvieron aproximadamente $ 6.000 millones (unos US$ 10 millones) al Servicio de Impuestos Internos, en forma “voluntaria”, por algunas de las irregularidades cometidas. No es difícil de imaginar que si éste es el monto reconocido de fraude al fisco, las cifras reales deben ser muchos más elevadas.

Cuando en nuestros Hospitales faltan tantas cosas, cuando el obrero debe hacer largas esperas, muchas veces de pie, para ser atendido en un consultorio, cuando la gente llega a las 5 de la mañana a los hospitales para pedir un número de atención, cuando algunas especialidades tienen meses o incluso años de espera para ser atendidos, cuando hay tanta necesidad e injusticia en nuestra sociedad, ahí es cuando el sentir ciudadano clama para que estos delincuentes de cuello y corbata que roban el dinero de todos los chilenos, reciban las sanciones estipuladas en la ley y no salgan rápidamente libres, como muchos presumen, utilizando este oscuro circulo de influencias.
 

Prof. Dr. Mario Uribe
Editor