Mayo 2014

 

El estado de muchos hospitales del Sistema Público de Salud es deplorable. Antiguos, sin tecnología actualizada y con una infraestructura obsoleta. En muchos de ellos aún existen las grandes salas comunes que albergan a más de 25 pacientes, sin ninguna privacidad, con baños comunes, escasos en cantidad y malos en calidad.

 

Se ha publicado una Ley sobre los Deberes y Derechos del paciente, sin embargo, nada se dice sobre las condiciones hospitalarias en que se brinda dicha atención.

El gasto en salud puede llegar a ser un saco sin fondos. Las necesidades son tantas que se debe priorizar. Es indudable que, si hubiera que elegir, es mejor hacer una cirugía oportuna que invertir en infraestructura de las habitaciones de los pacientes. Pero esto tiene un límite.

Conozco muchos hospitales que no cumplen los requerimientos más elementales de confort para sus pacientes. Uno de ellos es el Hospital del Salvador. Ingresé a este hospital como alumno del primer año de Medicina hacer muchos años. Desde esa época que se ha intentado refaccionar o construir un hospital nuevo. Jamás se ha hecho, se ha invertido decenas de millones de pesos en interesantes proyectos que nunca han visto la luz.

Los cirujanos debemos operar en pabellones sin aire acondicionado lo que, en los meses estivales, es un martirio para el profesional y un riesgo para el paciente. En invierno los enfermos son trasladados por pasillos abiertos y cruzando patios.

Los médicos también somos culpables. Hemos privilegiado la atención de nuestros pacientes, sin luchar adecuadamente por defender estos derechos cuya importancia se hace más relevante día a día.

Esperamos que las autoridades pongan atención a esta problemática y den una solución a la brevedad posible a esta situación.

Prof. Dr. Mario Uribe
Editor