Noviembre 2025

 

Esta editorial, algo atrasada, está escrita después de las elecciones presidenciales de Chile. No hubo un ganador con mayoría absoluta, por lo que será necesaria una segunda votación para elegir a la persona que dirigirá los destinos de nuestro país por los próximos cuatro años.

 

Llama la atención que a los últimos gobiernos ha habido una alternativa pendular en cuanto a la presidencia; un gobierno de izquierda, luego otro de derecha y el ciclo se continua. La población no queda conforme por lo realizado por el ejecutivo en 4 años y decide cambiar para algo diametralmente opuesto, buscando alternativas. Esto no es necesariamente malo, pues insta a los gobiernos a tener un mejor desempeño, sabiendo que la ciudadanía, a diferencia de lo que ocurre en otros países, no está tan comprometida ideológicamente con una línea política, sino con los resultados obtenidos durante el periodo de gobierno.

El principal problema son las políticas públicas que deberían perdurar en el tiempo, entre las más importantes están la educación y la salud. Nos referimos a esta última desde hace años que ha señalado, que sería aconsejable tener un gran consenso en relación a las políticas de salud. Un acuerdo que trascienden a los gobiernos que se puedan implementar en el largo plazo, no sujeto a los vaivenes políticos.

No tengo el conocimiento técnico para hacer una recomendación confiable pero, estoy cierto, debería conciliar al sistema público, privado, con un sistema adecuado de seguros que permitan la movilidad de los usuarios, en búsqueda de centros y profesionales que los atiendan, sin tener que estar cazados con un determinado hospital, clínica o profesional de la salud. Se estimularía la competencia y mejoraría la calidad. Asimismo, debería terminarse con un sistema de protección “a todo evento” de los cargos en el sistema público, cambiándolo por un sistema de incentivos que permitan premiar a los mejores y poder desvincular a los funcionarios deficientes.

¿Ciencia ficción?

Espero que no